Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Hoy es nuestro aniversario. Me levanté bien temprano en la mañana y fui a uno de esos negocios en los que se envían desayunos a domicilio. Había varias opciones. Tras meditarlo varios minutos y comparar cosas ínfimas como si era mejor que la mermelada fuese de frutilla o de cereza, me decidí por la segunda opción. Pagué el desayuno, les dí tu dirección y completé la tarjeta correspondiente en la que puse todo lo que te amo y cuanto me gustaría que formasemos una familia juntos. A la tarde fui al super a comprar la comida que iba a preparar para la cena. Luego compré velas e inciensos. Al llegar a casa me puse a preparar la cena. Sabés que no soy un virtuoso de la cocina, de manera que la cena que preparé fue sencilla y nada afrodisiaca: milanesas con papas fritas. Es lo que mejor me sale, después de todo lo que vale es la intención. Dejé todo en el horno para, unos minutos antes que llegaras, darle un golpe de calor. Me dí una ducha, me puse la mejor ropa que encontré en mi placard y el perfume que tanto te gusta. Ya listo, tracé un camino con las velas desde la puerta de entrada hasta la mesa en la cual cenaríamos. Prendí 2 inciensos para aromatizar el ambiente. Seleccioné minuiciosamente la música, todos temas románticos y ochentosos de los que nos gustan a nosotros. Puse la música tenue y me senté en el sillón dispuesto a esperarte. Finalmente sonó el timbre. Abrí la puerta sonriente y recibí un fuerte golpe en el rostro. Era el del desayuno. Estaba furioso porque tu marido casi lo mata. Sé que de no haber estado él nuestra noche ideal se hubiera concretado. Ambos sabemos que 5 años sin vernos y sin tener noticias no son nada, todo sigue siendo como antes; al menos para mí. Intenté aprovechar la cena llamando a una novia que tuve en la primaria pero ella no recordaba quién era yo, de modo que no aceptó. A veces me pregunto como hace la gente para quitarle la carga afectiva a los recuerdos. ¿Cómo olvidar a una mujer que con tanta ternura me albergó en su corazón, me cobijó en sus brazos y me hizo sentir que algo valía la pena?. Pero, ¿entonces que nos separó?.

"Benditos los que olvidan, aunque tropiecen con la misma piedra" (Nietzsche)