Te dejé el carril de mi corazón libre de asperezas para que pudieras transitarlo, pero te descarrilaste como se descarrilan todos...
Te dejé el túnel de mi alma transitable y apto para que lo conocieras todo pero te perdiste en medio de la oscuridad, como se pierden todos...
Y todas las cosas que me hicieron llorar... todas esas cosas... Ese centro de melancolía ubicado en la parte izquierda de mi cabeza que me escindía cruel y sistemáticamente al oír una canción de amor, o nuestra canción de amor...
Te dejé mi vida en tu falda para que la bordaras y la cocieras quedando como nueva, pero diste mal la última puntada como lo hacen todos...
Te dejé mi dolor sobre tu pecho aquella noche para que pudieras echarlo fuera para siempre como yo nunca pude hacerlo, pero lo dejaste vivir por la estúpida lástima que sienten todos...
Y todas las lágrimas que salen de mis ojos ¿de dónde vienen?
Te dejé las frases más hermosas como aquella de que tu alma estaba hecha con hilos de plata, pero para vos fueron solo frases... como para todos....
Te dejé mi sensibilidad a punto caramelo para que de un bocado me la arrancaras de raíz, pero consideraste que el hombre debía ser sensible como lo consideran todos...
¿Alguna vez te dije que el piano suena como mi alma? Quiero que nuestro hijo nazca en paz y que no herede la dañina melancolía de su padre...
Te dejé mis heridas a la vista para que las curaras, pero te parecieron superficiales... como le parecen a todos...
Te dejé mis obsesiones anotadas detalladamente en un cuaderno de 30 centímetros de espesor y no las exterminaste como no las exterminó la psicología...
Te dejé 21 gramos sobre el corazón aquella noche y los abrazaste tan fuerte que no solo entendí que no supiste que hacer con todo lo otro sino que comprendí que iba a amarte para siempre por una simple razón: no sos como todos.
Cortina musical: http://youtube.com/watch?v=0kHYVMetNVw
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