Había una vez un señor muy pero muy avaro, que juntaba cada centavo que podía y lo guardaba en su caja fuerte a la que consideraba sagrada.
Siempre que alguien le consultaba acerca de porque guardaba todo su dinero y nunca lo gastaba el respondía “el dinero es lo mas importante”.
Un día se acercó a su puerta un misterioso señor que le dijo:
- Escuché por ahí que ud. considera que el dinero es lo mas importante y por eso todo el tiempo lo está guardando y no lo gasta.
El avaro, que se encontraba de espaldas, giró y mirándolo fijamente le respondió:
- ¿Es que acaso hay algo mas importante en ésta vida que el dinero?
El misterioso señor sonrió y le dijo:
- No lo sé…
El avaro le devolvió la sonrisa, como si con esa frase hubiera logrado que el señor se diera cuenta que lo que decía él era cierto. Pero el señor se acercó al avaro y le retrucó:
- ¿Para ud. el dinero es mas importante incluso que la salud?
El avaro lo miró molesto, con indignación, no logrando entender como alguien podía comparar su tesoro con algo tan ínfimo como la salud.
- Claro - gruñó el avaro - la salud va y viene, ¿que clase de pregunta es esa?
El señor se puso cara a cara con el avaro y le dijo:
- Le propongo un trato…
El avaro lo miró en silencio.
- Yo le ofrezco 10 mil millones de dólares, 10 mil millones, a cambio del control de su salud, ¿que le parece?
El avaro lo abrazó exaltado, feliz, incrédulo.
- ¿Como es eso? - indagó.
- Muy sencillo - respondió el señor - Yo le abro una cuenta bancaria con 10 mil millones de dólares, ni un centavo menos, le doy una tarjeta con la que ud. podrá comprar lo que quiera y donde se le plazca, incluso puede retirar todo el dinero que desee y guardarlo o gastarlo a su antojo. A cambio, yo voy a tener control sobre su salud y voy a poder hacer lo que quiera con ella.
El avaro sobresaltado no llegó a escuchar lo último, se abalanzó sobre el hombre y le dijo:
- Donde tengo que firmar, hagamos ese trato de una vez.
El señor sacó un contrato, una lapicera y le dijo:
- Léalo tranquilo, analicelo, pienselo, y mañana me contesta.
- No tengo nada que pensar ni analizar - respondió el avaro mientras firmaba - Dinero a cambio de salud… es el mejor contrato de mi vida.
El señor guardó el contrato en su maletín, le entregó la tarjeta y le dio la mano. Antes de irse le dijo:
- A partir de mañana, ud. podrá disponer de todo el dinero y yo de su salud. Que le vaya bien.
El avaro no podía contener su ansiedad, no podía aguantar a que fueran las 00:00hs para disponer de todo ese dinero. El sueño de su vida, por fin, se había cumplido.
Al otro día, el avaro se levantó con un fuerte dolor de cabeza, pero no importaba, tenía 10 mil millones en el banco. Fue a una agencia de autos importados y comenzó a mirar. El dolor de cabeza persistía, era demasiado fuerte ya, no podía pensar en otra cosa, así que decidió ir a su casa y esperar a que se le pase. Estuvo varias horas con un dolor insoportable, hasta que finalmente se durmió.
Al amanecer del otro día notó que ya no le dolía la cabeza, lo que hizo que se pusiera de buen humor. Fue a desayunar, y notó que una muela le estaba comenzando a molestar. No le dio importancia, y se fue nuevamente a la agencia de autos importados. Al llegar, la muela era el centro de su mundo, dolía insoportablemente, latía, le entumecía toda la cara sin piedad. Salió de inmediato de la agencia y fue al dentista. El dentista examinó la muela y no vio nada raro, le dio unos analgésicos y le pidió que fuera al otro día. Volvió a su casa, y una vez mas se acostó esperando a que se le pase.
Amaneció nuevamente, ya sin dolor de muela, pero notó un zumbido extraño en su odio derecho, se levantó y se dio cuenta que de ese lado no oía, le dolía mucho, tanto como para no poder levantarse de la cama, se volvió a acostar pero el dolor no se iba, fue entonces que decidió llamar a un médico. El médico fue a su casa, lo revisó, y, al igual que el dentista, no notó nada extraño, le pidió que si el dolor persistía consulte con un especialista. Nuevamente se quedó en la cama y se durmió.
Al otro día todo parecía marchar de la mejor manera, se levantó, se bañó, desayunó y fue una vez mas a la agencia. Camino a la misma, notó un fuerte dolor abdominal, no le dio importancia, quería llegar a la agencia, pero el dolor se hizo cada vez mas agudo, al punto de dejarlo tirado y doblado en el piso. Una mujer se acercó y lo llevó de urgencia de un hospital. Los médicos lo revisaron y no notaron nada extraño, le informaron al paciente y el avaro comenzó a tener sospechas de que podía ser.
Quinto día desde que era rico, el avaro despertó y sucedió lo peor que le podía suceder, todos los dolores le atacaron de repente, todos juntos, su cabeza, su muela, su oído y su abdomen eran la mayor tortura a la que se podía someter a un hombre, incesantemente doliendo cada vez mas. En eso se escucha el timbre de su casa. Arrastrándose, el avaro se dirigió a la puerta. Abrió. El misterioso señor se encontraba ahí.
- Por favor, devuélvame mi salud - suplicó el avaro.
El señor sonrió.
- ¿No era el dinero lo mas importante de éste mundo? Apuesto a que ya habrá gastado millones.
- No - respondió el avaro desde el piso - No pude moverme de mi casa durante todos éstos días, se lo suplico, devuélvame mi salud y le devuelvo su dinero, le juro que no gasté ni un solo centavo.
- Usted se equivoca - respondió el hombre - Ud. se piensa que devolviéndome mi dinero yo le voy a devolver su salud y aquí no ha pasado nada. Pero no, está muy equivocado, y le explico porque: Para mi la salud es lo más importante, y su salud, en este caso, vale mucho mas que 10 mil millones de dólares, Ud. está, en este momento, dispuesto a darme incluso todo lo que tiene a cambio de su salud…
El avaro se desesperó.
- ¿Que está diciendo? ¿Que le de mi dinero, todo mi dinero, todo el dinero que yo con sacrificio junté a lo largo de todos estos años?
- Exacto, su salud, para mi vale 10 mil millones mas todo su dinero, ese es el nuevo trato.
- Ud. está loco - respondió el avaro - váyase ya mismo de mi casa.
- Si eso es lo que quiere, eso haré - respondió el señor al tiempo que los ojos del avaro comenzaron a arder de manera espantosa.
- Mis ojos!!! - gritó el avaro, y al intentar levantarse uno de sus brazos se dislocó - Mi brazo!!! - gritaba desesperado - Devuélvame mi salud se lo ruego!!!
El hombre volvió hacia el avaro y le dijo:
- El precio es ese, su dinero, mas el mío, si le parece un mal trato quédese con todo su dinero, que para ud. es lo mas importante, y yo le vendo su salud al mejor postor…
El avaro estalló en llanto, y como pudo, le firmó el nuevo contrato al hombre que le dijo:
- A partir de mañana, ud. podrá disponer de su salud y yo de mi dinero. Espero que haya comprendido que es lo verdaderamente importante. Salud!