lunes, 17 de diciembre de 2007

Un mundo ideal

El gran problema de ser idealista es que ante el mínimo detalle que escapa a ese momento mágico, romántico y preciso, toda la historia completa se desvanece y resulta imposible de remontar. Por otro lado, el gran problema de no ser idealista es que uno se pierde de estos momentos mágicos, románticos y precisos de los que hablo y no los entiende; básicamente porque resulta imposible describir o explicar la magia y el romanticismo con palabras. Salvo que seas Benedetti.

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